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VENEZUELA Y PETROLEO: «EL SUEÑO AMERICANO DEL SUR”

enero 20, 2021

VENEZUELA Y PETROLEO: «EL SUEÑO AMERICANO DEL SUR”

Colapso de producción petrolera en Venezuela: a punto de caer al nivel de  Colombia

                Dice Arcila Farías con el poder de la más grande síntesis pedagógica que bastan tres palabras para definir la economía política en Venezuela: S.XVIII (Cacao); S.XIX (Café) y S.XX (Petróleo). Se dice que Venezuela tiene hoy las reservas petroleras más grandes del mundo: 309.000 millones de barriles aunque sus habitantes no pueden repostar gasolina en sus vehículos porque el país apenas produce 400.000 barriles por día. PDVSA, la industria petrolera nacional estadal, está arruinada.

                A Venezuela le pasó como a los patas en el suelo que de la noche a la mañana se ganan la lotería mil millonaria y se dedican a derrochar la inesperada fortuna. A partir del año 1922, fecha fronteriza y nacimiento de la Venezuela petrolera, porque las exportaciones del oro negro superaron a las del café, nos hicimos uno de los países más ricos del mundo. Entre 1922 y 1982, fueron sesenta años de bonanza. De la noche a la mañana, y sin ningún mérito social propio de verdad, nos creímos una nación predestinada por Dios. La riqueza no provino como Max Weber estableció para los países de religión protestante de la Europa septentrional debido al trabajo capitalista de forma laboriosa; la austeridad en el ahorro y la disciplina social.

                Esto fue potenciado aún más por la propaganda oficial que había alimentado el Mito Bolívar desde el año 1842 asumiendo al caraqueño mantuano como el adalid histórico de la liberación continental contra la pérfida España. De repente todo tenía sentido dentro de la precaria cosmogonía de los venezolanos intrépidos y audaces para justificar la buena suerte y poner en remojo el lapidario “bochinche, bochinche” Mirandino. Venezuela, la grande; Venezuela, la apoteósica; Venezuela, la saudita; Venezuela, la mayamera. Todas nuestras malas artes quedaron disimuladas: pocos se atrevieron en atentar contra la irresponsabilidad como modo de vida social.

Gómez, 1928 restored.jpg

                Juan Vicente Gómez, el primer dictador del petróleo, tuvo una buena estrella: la explotación petrolera en manos de las compañías extranjeras que le ofrecieron financiamiento y apoyo «diplomático» a cambio de entregar nuestro petróleo a precio de gallina flaca. Gómez fue de la estirpe, muy común en América Latina, de un nacionalismo de proclamas e intenciones que en la práctica se dedicó a sabotear cuando pactó con los distintos imperios de la época (Inglaterra y Estados Unidos) con tal de mantenerse en el poder. El país quedó reducido a su camarilla de amigos y familiares y metió en cintura con su puño de hierro a cualquiera que osara oponérsele. Pagó la Deuda Externa pero regaló el país a los extranjeros.

                Fue un inicio de modernidad no sólo muy costoso sino aparatoso también. Miguel Otero Silva en su novela “Casas Muertas” (1955) ofrece toda ésta descolorida pintura de un mundo rural y palúdico que se desmorona por el abandono que hacen sus habitantes huyendo de la tristeza hacia unas tierras prometidas que ocuparan desordenadamente. La ciudad, las plácidas ciudades como vigilantes de las costas, nunca estuvieron preparadas para recibir ésta inmigración desesperada y de gente pobre, analfabeta y desnutrida. Hoy, los millones de ranchos, son vestigios vivientes de ese cambio súbito en la vida nacional sin la previsión de sus gobernantes.   

Casas muertas' de Miguel Otero Silva – Prodavinci

                Venezuela hizo la Independencia para acabar con el colonialismo hispánico pero luego cayó en manos del colonialismo alemán, inglés y estadounidense que codiciaron materias primas como el café, la ganadería y el cacao. Más luego pusieron sus garras sobre el asfalto y petróleo. La mayoría de nuestros viles golpes de estado; insurrecciones; guerras civiles; montoneras y violencia indómita estuvo monitoreada por potencias extranjeras y sus empresas comerciales que se plegaban a uno u otro bando de acuerdo a sus objetivos de maximizar sus intereses en el país. No hace falta leer a Galeano ni a Gabriel García Márquez para descubrir que esto fue así. Cipriano Castro fue derrocado por Gómez y los Trust del asfalto y petróleo. Y otro tanto pudo haber ocurrido con el derrocamiento de Rómulo Gallegos en el año 1948.  

Hundimiento del Monagas - Wikipedia, la enciclopedia libre

                Hay un dato curioso que la mayoría de los venezolanos ignora: se puede decir con toda propiedad que Venezuela financió con su gasolina barata y en cantidades gigantescas el triunfo de los Aliados contra la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). El hundimiento del tanquero «Monagas» y otras embarcaciones que transportaban petróleo a los Estados Unidos por submarinos alemanes en nuestras costas en el año 1942 están de sobras documentados.

                En 1950 Venezuela fue el cuarto país más rico del mundo, se dice fácil esto pero es toda una portentosa hazaña. El indicador era el Producto Interno Bruto (PIB, suma total de riqueza generada en bienes y servicios) por habitante. Hasta 1982 seguíamos siendo el país más rico de toda América Latina. Luego de la Segunda Guerra Mundial (1939-145) “hacer la América” tenía tres destinos privilegiados: Estados Unidos; Venezuela y Argentina. La inmigración europea nos ayudó a progresar y la riqueza se nos convirtió en el espejismo supremo: hubo avances sociales innegables, sobretodo, en salud y educación. El sistema político se vertebró, luego de la dictadura militar de Pérez Jiménez, dentro de un bipartidismo (1958-1998) cuya autocomplacencia signó su fatalidad. Las dos décadas chavistas representaron el fin de la ilusión. Nadie se preocupó, de la gente con la decisión para ello, ni de “Sembrar el petróleo” ni de hacer las cosas bien hechas.

Alberto Adriani - Wikipedia, la enciclopedia libre

                El padre de la famosa frase: «Sembrar el petróleo» fue de Alberto Adriani, Ministro de Agricultura y de otra cartera también, la de Fomento, en el gobierno de Eleazar López Contreras. Murió a los treinta y ocho años, muy joven, de un ataque al corazón. Adriani fue el primero, luego de una sólida formación académica adquirida en el exterior, de proponer la industrialización del país bajo coordenadas estrictamente racionales y juiciosas. Sus ideas, apenas tuvieron eco en la clase dirigente nacional. Fue Arturo Uslar Pietri, otro intelectual de gran valía y otra voz en el desierto, quién llegaría a popularizar la frase: “Sembrar el petróleo”, su caballito de batalla en la denuncia permanente de que había que parar el despilfarro nacional. Los convidantes del festín, obviamente, lo tildaron de loco.

                Gumersindo Torres, Ministro de Juan Vicente Gómez, fue otro venezolano que intentó ponerle freno a la voracidad de las compañías extranjeras dueñas en la práctica de la industria del petróleo. Y que lo haya hecho siendo ministro de Gómez se nos torna harto sospechoso. Varias veces fue removido y repuesto por el dictador andino. Suponemos que era el “arma” de éste para presionar a los Trust.  

                Juan Pablo Pérez Alfonzo puede que sea el venezolano más esclarecido que logró diseñar una política petrolera lo más favorable para el país. Fundador de la OPEP en 1960 creó un cartel de países tercermundistas el más poderoso en toda su historia. Le llamaron el “Profeta del Desastre” porqué una de sus principales prédicas era que había que ahorrar todo el petróleo posible porque de lo contrario se nos iba acabar y no lo tendríamos para atender a las generaciones futuras. Igual no le pararon.

                El petróleo y su relación con el poder es la causa de que Venezuela hoy haya perdido ésta oportunidad única de vivir su población libre de los flagelos de la miseria social. La clase política no utilizó el petróleo como una riqueza que había que invertir en bienes, servicios e industrias sino que se la apropió y lanzó migajas dentro del saco populista y demagógico. Y en los últimos veinte años ésta anomalía pasó a niveles demenciales. Priorizaron sus propios intereses por encima del bien común de sus nacionales y en la mayoría de los casos no actuaron con probidad. En esto reside el epicentro de la tragedia nacional actual.

DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN

@LOMBARDIBOSCAN

STALINGRADO

enero 14, 2021

STALINGRADO

«Mi voz estuvo con tus grandes muertos, contra tus propios muros machacados, mi voz sonó como campana y viento, mirándote morir, Stalingrado». Pablo Neruda (1904-1973)

                Sólo, sabiendo utilizar la larga duración, concepto éste del muy reconocido padre de la Escuela Histórica francesa de los Anales: Fernand Braudel (1902-1985), es posible escribir una historia pertinente que sea más historia que literatura, y aun así. Los recuerdos le pertenecen a Dios y no a los hombres. Todos los recuerdos humanos son escurridizos por muchos intentos que hagamos en atraparlos. Es el olvido, esa sustancia benéfica, lo que nos permite asumir una historia siempre imperfecta y siempre mudable. Asumir esto es lo más sano para ir desechando la pretensión de una historia totalitaria, pendenciera y embustera que desde la escuela hasta la universidad es la que se nos impone como científica o verdadera.

                Toda la vida social está reñida por el rencor de unos contra otros. La envidia y el odio son el epicentro de la vida social entre los humanos (Cioran). Razón por la cual la tragedia histórica prevalece por encima de los logros civilizatorios en un sentido permanente y estable a pesar de libros “positivos” como uno del inglés Matt Ridley que se llama: “El optimista racional” (2010).

                El que brilla ofende. El que se destaca por encima del promedio es admirado aunque también aborrecido, sobre todo aborrecido. Esto aplica entre las relaciones con las personas y en la historia de las naciones. Alemania, en una zona geográfica privilegiada en el centro de Europa, llegó tarde a su unidad nacional (1871) y más tarde aún al desarrollo industrial capitalista. Lo que le impidió a su belicosa elite acceder a plenitud al lucrativo reparto colonial del mundo iniciado en su segunda oleada en el siglo XIX. La primera oleada del despliegue europeo mundial estuvo a cargo de España y Portugal en el siglo XVI.

                Esta desventaja en la carrera de las naciones por imponer su voluntad y dominio mundial hizo de Alemania un país atenazado por el rencor. La Primera y Segunda Guerras Mundiales entre los años 1914 y 1945 fueron instigadas por Alemania en contra de Inglaterra y Francia, las dos potencias mundiales visiblemente hegemónicas. Hitler no fue más que un populista nacionalista sin escrúpulos que supo interpretar los deseos de revancha del pueblo alemán luego de la derrota y  humillación, que los vencedores ingleses y franceses, les impusieron en 1918. Para ello asaltó el poder, se rearmó, y abolió la institucionalidad pre-existente e impuso la propia, la de su partido, el nazi.

                En 1939 la Alemania nazi aplastó a Polonia y muy especialmente concretó su dulce venganza en el año 1940 llegando sus tanques y soldados hasta París marchando en los Campos Elíseos. Francia, la potencia continental con el ejército terrestre más poderoso del mundo, fue liquidada en pocos meses para sorpresa de todos. La invasión de Inglaterra costó más y fue una batalla aérea sin la convicción de Alemania por invadirla echando el resto y bajo la resistencia heroica de los ingleses. En realidad Hitler al ocupar Francia menospreció a Inglaterra y sobreestimó sus posibilidades. Volvió a incurrir en el error de abrir dos frentes. Siempre pensó que la afrenta contra Francia ya estaba saldada y que ahora había que volcar todo el poderío de sus divisiones acorazadas sobre la Unión Soviética a la que menospreció. El Lebensraum (“espacio vital”) tenía que concretarse hacia el este, además, se trataba, de acuerdo a las imaginerías muy agresivas del Tercer Reich, de pueblos formados por “untermensch” (hombres inferiores).

                La invasión a la Unión Soviética se inició en junio de 1941 con tres millones de soldados alemanes asaltando un océano terrestre. El avance fue vertiginoso y los soldados del Ejército Rojo fueron barridos en el norte, centro y sur. Sólo el invierno logró detener la maquinaria de guerra nazi. Esto permitió el reagrupamiento soviético y elaborar planes de contención que a futuro les unió al éxito. La Guerra Relámpago o Blitzkrieg dejó de ser efectiva a razón de que la sorpresa ya había desaparecido y que los objetivos padecieron de gigantismo.

                Además, Hitler, perdió la paciencia y el realismo de que hasta ese entonces había hecho gala y empezó a relevar a sus generales más capaces que empezaban a cuestionar sus malas decisiones. Al hacerse el mismo cargo de la guerra sin tener la pericia para ello condenó a Alemania a una derrota inexorable. En 1943, luego del invierno, Hitler decide asaltar los pozos petroleros al sur hacia el Cáucaso en vez de tomar Moscú. Esta decisión estratégica fue errada. Hacia el sur, cerca del río Volga, está situada Stalingrado, una mediana ciudad industrial que como objetivo de guerra era algo subalterno. No obstante Stalingrado se reveló para los dos combatientes en todo un símbolo. Hitler, fuera de sus cabales ya, tenía que aniquilar la ciudad que llevaba el nombre de Stalin, su adversario. A su vez, Stalin entendió que ganar esa batalla elevaría la moral de todo el pueblo soviético comprometido en la defensa de la Gran Patria Rusa, recurso ideológico éste que utilizó como más efectivo que las prédicas propias del comunismo marxista.

                Stalingrado fue un punto de inflexión en toda la Segunda Guerra Mundial. Fue la batalla más decisiva de todas las que se hicieron. Y acabó con la invencibilidad de Hitler y le hizo desde ese momento actuar a la defensiva hasta la rendición final en Berlín en el año 1945. La Batalla de Stalingrado duró seis meses entre el 21 de agosto del año 1942 hasta el 2 de febrero de 1943. Murieron en los combates entre civiles y militares un aproximado de dos millones de personas.

                Fue una batalla, calle por calle y casa por casa. Una confrontación de guerrilla urbana en condiciones climáticas extremas a razón del muy duro invierno ruso en que los soviéticos se demostraron mejor preparados y dónde los francotiradores tuvieron un rol estelar tal como lo recreó la película “Enemigo a las puertas” (2001) del director Jean Jacques-Annaud. Y además, los refuerzos alemanes no lograron salvar al desmoralizado Sexto Ejército alemán bajo el comando del mariscal de campo Paulus.

Enemigo a las puertas (2001) - Filmaffinity

                Luego de Stalingrado empezó el declive alemán y la presión de los dos frentes abiertos agotó sus reservas. Por otro lado, Stalin, un empecinado dictador, que había exigido a los ingleses y estadounidenses asaltar la “Fortaleza de Europa” para abrir un segundo frente: ya esto no le interesó. Su afán no fue otro que conquistar toda Europa y su arribo a Berlín en 1945, antes que los Aliados, fue su más grande victoria que le ayudó a disimular los crímenes en que se soportaba todo su poder despótico. No hay que olvidar que Hitler y Stalin firmaron un Tratado de No Agresión en el año 1939 en que se repartieron zonas de influencias. Stalin se hizo de Polonia y Finlandia y con ello demostró sus apetencias territoriales.

                En fin, la guerra, un hecho social atroz que estimula la estupidez humana y nuestros talentos homicidas bajo el señorío del odio anónimo y premisas fantasiosas como la exaltación de la patria. El Diluvio sin Dios; la gloria por el crimen y el robo.

DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN

@LOMBARDIBOSCAN

LA HISTORIA SE REPITE COMO TRAGEDIA

enero 6, 2021

LA HISTORIA SE REPITE COMO TRAGEDIA

Cabeza Cortada de San Juan Bautista de Juan De Valdés Leal (1622-1690,  Spain) | Reproducciones De Arte Juan De Valdés Leal | WahooArt.com

Sí en tiempos de la Independencia (1749-1830) los ascensos militares se producían por el número de narices, orejas y cabezas fritas de los adversarios, no hay duda que en pleno siglo XXI hemos evolucionado: ahora se condecora por eructos, empujones y básicamente por adulancia y sumisión. Los Vargas siguen aplastados por los Carujos de turno. Y la Historia Oficial profundiza el maquillaje de los denuestos de un Poder primitivo. Seguir glorificando la “Guerra a Muerte” (1813) es un ejercicio del absurdo, no obstante, esa manía por destruir y matar, quedó como una marca de hierro.

Luego de 1830, los Libertadores devienen en caudillos y “gendarmes necesarios” que en alianza con los propietarios sobrevivientes hacen los que les da la gana. Todo el republicanismo constitucional terminó siendo una formalidad encubridora de prácticas caníbales desde una anarquía indómita. Pocos intelectuales han tenido el valor de estudiar nuestro pasado de una forma cruda como Salvador de la Plaza (1896-1970) o el mismo Arturo Uslar Pietri (1906-2001) con su admirable: “Las Lanzas Coloradas” (1931), nuestra gran novela de la Independencia.

Mariana lee: Las lanzas coloradas, Arturo Uslar Pietri.

Una muestra de lo que decimos es éste testimonio sobrecogedor acerca de Vicencio Pérez Soto (1883-1955), fiel representante del “Cesarismo Democrático” gomecista, y para más señas, “ilustre” Gobernador del Estado Zulia (1926-1935), y según la crónica periodística palangrista, un gobernante “progresista” y amante de la cultura, ya que: “… le dio generoso impulso, llamando a colaborar a su lado a prestantes intelectuales del país”. (El Impulso, 1955, Nº 16.311).  

“En las manos de Pérez Soto cae un prisionero. Pérez Soto revisa el estado Apure y persigue a unos revolucionarios; estos no tienen otro pecado que sublevarse a tanta ferocidad. Pues bien Pérez Soto mata al prisionero, le corta la cabeza y la oculta en un saco; luego, se dirige al hato del muerto. Llegado a él solicita a la señora y le pregunta si tiene horno, la pobre señora se desvive por atenderle. El temor la sugestiona, está embarazada y difícilmente puede sostenerse sobre sus piernas débiles. Calentado el horno (mientras Pérez Soto conversa con sus secuaces en el corredor de la casa; chistosa es su conversación, hablan de bailes y fiestas para su jefe), viene presurosa la señora a avisarlo. Entonces éste criminal le dice que desea desayunarse, que le gusta mucho la carne asada, que busque en aquel saco una cabeza de ganado y la hornee, que mientras esto él espera. La señora abre el saco, la cabeza de ganado no existe. La señora cae muerta: entre sus manos crispadas agarra una cabeza de hombre. Un chico dice “papá”; era el esposo, era el padre que huía. Pérez Soto se ríe y muy contento vuelve a su caballo y sigue la marcha”. Salvador de la Plaza: (“Diario”).

Las reminiscencias con la actual realidad de una represión feroz contraria a los Derechos Humanos, ya podemos inferir, de dónde proviene. 

DR. ANGEL RAFAEL LOMBARDI BOSCAN

@LOMBARDIBOSCAN